lunes, 7 de junio de 2010

LAS ESPERO

Que a las Musas llame eros
que las musas Eros traiga
Teógrito

Entra en mi cuarto incendiandolo con su resplandor, con el brillo de su piel morena. La observo hipnotizado mientras termina de desnudarse completamente ante mis ojos, y se me va acercando, yo no digo nada, no sé que decir ante semejante aparición. Comienza a acariciar mi cuerpo con sus dedos . luego con todo su maravilloso cuerpo, somos fuego que reta la noche bebo de la ambrosia de sus labios, de la salvación de su cuerpo.
Le digo una y mil veces que la amo mientras no paro de acariciarla, pero igual como vino se me escapa de mis manos, desaparece ante mis desesperados dedos que me preguntan por ella.
Me levanto voy hacia el baño, me meto bajo la ducha a ver si el agua además de llevarse mi suciedad se lleva mi tristeza. Mientras estoy allí, una despanpanante rubia se introduce en la bañera y agrra mis manos para que le frote todo el cuerpo, su vientre, sus enormes senos, en los que también se pierden mis labios. Le pregunto ¿ quién eres ?, ¿ qué haces aqui ? pero ella me dice, calla y aprieta más su cuerpo contra mi cuerpo. No te vayas tú también, le digo. Pero se espuma como todas.
Salgo del baño, enciendo la television y me dejo caer en un sillon mientra mi TV rompe todo con sus gritos, con su odio, gritos que corren de un lado a otro roban todo, vacian gavetas.Pero por una de las ventanas, entra una pequeña y extraña ave que crece y se transforma en una mujer / pajaro que calma todo, que me dice, ven a mis brazos.
Me le acerco, me dejo envolver por sus enormes alas, por sus besos, por el dolor, felicidad, que causa sus garras, su pica. Ella devora mis entrañas una y mil veces pero, ya saciada, desaparece.
Salgo de mi casa y mientras camino por estas enfermas calles igual que yo, espero la aparición de mi próximo sueño, fantasma
Mientras la soledad, la inmortal, desde las alturas, obseva todo.

domingo, 14 de marzo de 2010

LA MUERTE EN UNA COPA

Esta bebida, junto con lo que le agregaré, incendiará tu piel, después me iré yo y todo habrá terminado. Ya no recorreré cada uno de los rincones de tu cuerpo que jamás fue mío con mis ojos, con mis temblantes dedos. Nos iremos juntos con el amanecer, acabaré con tus cimientos y con mi ruina, con la voz que siempre me derrumba.
Destrozará tu cuerpo, serás ceniza, polvo, ya no me seguirás a todas partes recordándome qué soy, quién soy. Escaparé de tus brazos, de tu asfixiante precencia. Demonia, brillarás, serás luz por primera vez en tu vida.
Bebe mi amor con esas inmensas fauces que eres, bebe. No puedes escapar.
He visto muchas muertes así, todo terminó. No hay nada que salvar, nada. ¿ Te quejas ?,¿ me odias ?. Cuánto no me he quejado yo, cuánto no he odiado.
Ahora si darás calor como nunca lo has dado. No te rías, calla. Ni hoy ni nunca más me ganarás.
Brillarás como nunca has brillado, bajo estas llamas, mi amor

domingo, 22 de febrero de 2009

Esa luz tardía, breve de nuestra desesperación

aquí está sus aguas resurgidas, agrandadas,
los pasos que regresan a su fuente

aquí, también, el golpe de mis huellas
el lado opuesto de la llama
los fragmentos del bosque

el cansancio de la madera donde apoyo mis huesos

ese calor nace con el alba, ese rocío estremecedor
me sigue los talones

Esdras Parra
Nacio en Santa Cruz de Mora, del Estado Merida

jueves, 1 de enero de 2009



16


Pienso que en estos momentos

tal vez nadie en el universo piense en mí,

que sólo yo me pienso,

y si ahora muriese,

nadie, ni yo, me pensaría


Y aquí empieza el abísmo,

como cuando me duermo

Soy mi propio sostén y me lo quito.

Contribuyo a tapizar de ausencia todo.


Tal vez sea por esto

que pensar en un hombre

se paresca a salvarlo.


Roberto Juarroz ( Dorrego, Buenos Aires, 1925 )

jueves, 11 de diciembre de 2008

Hondo segundo

Opacas las imágenes de de ayer
Los días se confunden en uno solo extensisimo
Imposible decir que fue mi tiempo.
El tiempo no es de nadie: somos suyos.
Somos del tiempo que nos da un segundo
en donde cabe nuestra extensa vida.

José Emilio Pacheco

martes, 4 de noviembre de 2008

Caracol

A Clarice Lispector

cuando la realidad aguijonea
te haces caracol de invierno
retraes la piel hasta una simple peca
encoges la voz en un silbido de pez
te entierras cual reciduo
de cometa empapado por las nubes
vas
hasta el laberinto último
de tu concha
donde es permitido al dolor
estallar en paz.

Márgara Russotto
Escritora venezolana de origen italiano

domingo, 5 de octubre de 2008

Habiendo enfermado en el camino,
mis sueños
merodean por páramos yernos

Basboo